lunes, 25 de diciembre de 2006

CRONICA DE UN 25 DEL 12



-Navidad Dominguera-

Cuando navidad cae en domingo, algo pasa. Un domingo, descanso por default, se superpone al feriado más importante del año. ¿Se potencian? No en la Capital Federal de la República Argentina en 2006. A mi no me señalan por la calle como el alma de las fiestas, y por esas vueltas de la vida, este año la familia se redujo a un formato Fiat 600 y con esto también bajó la necesidad de regalos. Un verdadero alivio ante el efecto shopping. De todas maneras, mi retina tiene menos rojo Noél impregnado que en otros años. No tanto cartel, no tanta guirnalda dando vueltas por ahí. Y cuando llegaron las 12, menos fuegos artificiales. Parece que subió la demanda del globo que levanta por calor, y bajo la calidad de fabricación y la habilidad de los ejecutantes. En los barrios más barrio hubieron más “cuetes” que en los barrios menos barrio. El vacío vacacional relámpago se hizo sentir, pero en lugar de dar más lugar para festejar, aplacó el colorido. Liniers, autopista, Entre Ríos, Callao, Arenales, Coronel Díaz, Libertador, Cabildo, Lacroze, Álvarez Thomas, Congreso, Triunvirato, Incas, Olazábal, Elcano, Niceto Vega, Juan B Justo, Santa Fe, Las Heras. Desde las 2am, la ciudad enmudeció a puertas abiertas. Diez en una esquina, no supera a cualquier jueves del año. Cerca de una barrera baja, los bocinazos festivos contagiaron a otro auto, sólo cerca de esa barrera y a ese auto. Después, los esfuerzos de hacer temas navideños con la bocina ronca del auto, si bien no fueron puteados, tampoco contagiaron en este tour. Tres llamados, dos deserciones. El after brindis de amigos dejó media botella de 2 champanes, sin tomar. En un kiosco, un policía brindando con sidra y tres horas después de las campanas, puestos de alcoholemia. Se acerca el policía de la esquina, llega la camioneta de la Guardia Urbana, aparecen los conos naranja, se cruza la camioneta y empieza el silbato. En la ciudad sin mucho ruido, paran al primer auto. Se acerca el policía para pedir una identificación cualquiera. Hecho esto, uno de los jóvenes de la Guardia Urbana aparece con una hoja impresa para que firme el conductor. Hecho esto, se acerca otro guardia con la máquina de la verdad y una pipeta dentro de su envase de seguridad. El conductor la saca de la bolsita, la coloca y empieza a soplar hasta apagar la luz verde. Lo que empieza con dos ceros, va a medir el nivel de brindis. El primero zafa y sigue. El segundo es un número fijo. Media luz en funcionamiento, guiño contrario a la posibilidad de doblar, encendido, y posición oblicua esperando el verde del semáforo. Silbato. Gestos. Se detiene. Más gestos. Trámite y afuera. Se aleja sin luces de stop. Tercero. Un utilitario con caja cerrada. Frena. De lejos el conductor parece Papá Noél en pijama. Es un gordo con una remera manga larga rajada blanca y roja. De la caja de su trineo baja una familia navideña tipo. Una a una, tres generaciones vestidas para la cena, bajan dando un saltito. Papá Noél firma y sopla. ¿Para qué? Desastre familiar. Discusión multi-gestual del miembro femenino de la generación intermedia. Hija o nuera de Papá Noél, con él era el tema. La Guardia Urbana no sabe mucho de asistencia social y se mantiene al margen. Por intermedio de un llamado por celular de la señorita, aparece un auto salvador que sin bajar del mismo, su conductor sopla y se lleva a la familia de Papá Noél, sin Papá Noél.


(C) GSTV - 25-12-2M6
Limite entre Belgrano y Núñez,
del lado de Belgrano - Cap.Fed.
Buenos Aires - Argentina.

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